Lección: Mateo 23: 34 - 39
Texto: Lucas 11: 49 - 50
Domingo 20 de Enero 2013
INTRODUCCION: Vimos en los versículos anteriores
como los guías ciegos se precipitan en el abismo junto con sus seguidores. Pero
ahora veremos lo que les espera a los ciegos seguidores de estos guías, y, en
particular a lo que le acontecería a Jerusalén.
DESARROLLO: A pesar que no había una buena
disposición de parte de los escribas y fariseos, aun así Cristo les envía un
mensaje de salvación, lleno de gracia y cargado de compasión.
Aunque lamentablemente estos
enviados serian asesinados por aquellos a quienes se pretendía hacer un bien.
Jesús quiso juntar a su
pueblo así como la gallina protege sus polluelos bajo sus alas, pero no se lo
permitieron. Jesús también quiere protegernos si nos acercamos a Él.
Muchas veces nos herimos
y no sabemos a quién recurrir. Rechazamos la ayuda de Cristo porque no creemos
que Él pueda darnos lo que necesitamos. ¿Pero quién conoce mejor nuestras
necesidades que nuestro Creador? Los que acudan a Jesús hallarán que Él
consuela y conforta como nadie más puede hacerlo.
Jerusalén era la capital
del pueblo escogido de Dios; la ciudad ancestral de David, el más grande rey de
Israel; y el lugar donde estaba el templo, la morada terrenal de Dios. Debía
ser el centro de adoración al verdadero Dios y un modelo de justicia para toda
la gente, pero Jerusalén llegó a ser una ciudad ciega a Dios e insensible a las
necesidades humanas.
Aquí podemos ver la
profundidad de los sentimientos de Jesús por los perdidos y por su ciudad
amada, que muy pronto sería destruida.
CONCLUSION: Los acontecimientos futuros que acompañaron esta
conversación de Jesús los vemos con el comienzo de la destrucción de Jerusalén,
si hemos abandonado al que sustenta nuestro templo no podemos esperar que este
se mantenga en pie. Cuando Jesús abandona el templo de Jerusalén ya nunca más
volvería a entrar en él. Si Jesús se va de nosotros se lleva con él las
bendiciones