miércoles, 22 de septiembre de 2010

LECCION DOMINGO 26 DE SEPTIEMBRE DEL 2010


Análisis general del libro 2da. Epístola Universal de
SAN PEDRO

Crecimiento en la gracia


Hay dos principales corrientes que se enfrentan entre si y que aparecen claramente en el argumento de la carta del apóstol: la palabra profética (1: 19 – 21) y el liberalismo (cap. 2). Ya en el horizonte Pedro divisa a los falsos maestros que introducirán “herejías destructoras” que permitirán estilos de vida libertinos y licenciosos.

Se trata de aquellos que ridiculizan la idea de un juicio venidero (3: 1 – 7). Lo que se contempla como futuro en tiempos de Pedro es contemplado en la epístola de Judas como ya introducido (v. 4). Cuando la Cristiandad perdió su amor por la venida de Cristo y se asentó en el mundo, el tono moral de la iglesia se hundió. Lo mismo sucede en la actualidad. El despertar del interés en la profecía en el siglo diecinueve esta menguado hoy en muchos círculos, y la vida inmoral en algunas iglesias muestra que Pedro fue inspirado a escribir unas verdades muy necesarias para toda la era cristiana.

Además esta carta es un memorándum (1: 12; 3: 1) de la verdad del cristianismo en oposición a las herejías de los falsos maestros. Son pasajes importantes los referentes a la transfiguración (1: 16 – 18), a la inspiración de la escritura (1: 21), y a la certeza de la segunda venida de Cristo (3: 4 – 10).

“La común fe de los creyentes”
Lección: 2 Pedro 1: 1 - 9
Texto: 1 Timoteo 6: 6 - 11
Domingo 26 de Septiembre de 2010


Introducción: Una advertencia acerca de los falsos maestros y de los burladores. Para contrarrestar la influencia de las falsas doctrinas, se pone gran énfasis en la Palabra de Dios y la certeza del cumplimiento de las promesas divinas. De carácter un tanto apocalíptico, esta carta afirma la segunda venida del Señor y clama contra la maldad de los maestros del error y sus herejías. Por eso, su objetivo principal es animar a los cristianos dispersos a cultivar la vida espiritual, a prevenirse contra el error y a reavivar en sí mismos la gloriosa esperanza de la segunda venida del Señor. El versículo clave de esta carta es cap. 2: 1.

Desarrollo:
Las bases del crecimiento cristiano.
v. 1. La común fe de los cristianos. Simón es la forma griega del hebreo Simeón (“acción de oír”). El uso de su nombre primitivo está relacionado con el propósito de esta segunda carta, que advierte del surgimiento de falsos maestros por medio del testimonio de los primeros testigos oculares, para contrarrestar a los falsos maestros con el pleno “conocimiento” de Cristo.

v. 2. El apóstol se dirige a los que han recibido la fe igualmente preciosa. Esta fe es la base del desarrollo y el crecimiento del cristiano, y solo se obtiene de parte de Dios, no como un logro humano. Descansa sobre la base de la justicia de Dios por medio de la obra redentora de Cristo (1 Co. 3: 11). Gracia y paz son multiplicadas (aumentadas) a los cristianos por el pleno conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús

Las dotes espirituales de los creyentes.
v. 3. Para facilitar el crecimiento cristiano, estas dotes consisten de:
(1) “Su divino poder” (la dinámica del Espíritu Santo) que derrama sobre nosotros “todas las cosas” necesarias para el desarrollo de la vida y la piedad v. 3ª;

(2) “conocimiento de él” v. 3b, un conocimiento, pleno, personal y exacto de Cristo, hecho posible por el ministerio de enseñanza del Espíritu (Jn. 16: 13 – 15);

(3) su Palabra, v. 4ª, infinitamente valiosa y que nos ha dado preciosas y grandísimas promesas.

(4) Una nueva (regenerada) naturaleza, v. 4b, “participantes” “consocios” de la naturaleza divina (Jn. 3: 1- 5)

(5) capacidad y medios para vivir santamente, v. 4b “habiendo huido (por medio de los precedentes recursos) de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

El camino al crecimiento espiritual
v. 5 – 7 “Por esto mismo”. Por la dote espiritual que Dios nos ha otorgado, v. 3-4, pongamos “toda diligencia para recuperar con él. Esto entraña añadir a nuestra fe (el punto de partida de todo conocimiento y crecimiento espiritual) virtud (excelencia moral), conocimiento (de la verdad y la voluntad de Dios) y a vuestro conocimiento dominio propio, y al dominio propio, piedad (devoción a Dios en la comunión y el servicio de tal manera que vuestra perseverancia no sea mero estoicismo, sino efusión de la vida de Dios que habita en nosotros); y a vuestra piedad, afecto fraternal, y a vuestro afecto fraternal, amor cristiano.

El amor completa adecuadamente el conjunto de las gracias enumeradas en Col.3: 14, y las engloba a todas, siendo la insignia de la madurez espiritual (1 Co. 13).

La manifestación resultante de la madurez espiritual.
v. 8, 9. Esta madurez se revelara fecundamente, v. 8, y resguardara al creyente de la miopía espiritual (afección de la vista que hace ver las cosas en forma borrosa y solamente lo que está muy cerca).

v. 9. El miope es el que ha olvidado que fue purificado de sus pecados (limpiado de una vez por todas en el momento de la regeneración. Jn. 13: 10; He.10: 2).

Conclusión:
El crecimiento y el desarrollo en la vida del creyente es tan importante como el comer y el dormir. Sin crecimiento no hay desarrollo, y sin desarrollo no hay dones delegados en la iglesia.
Para un sano y buen crecimiento debemos vivir en una común fe con otros creyentes ya que han salido muchos falsos que destruyen la verdadera fe, ya que la base para un buen. desarrollo es la fe sana sin misturas y que proviene directamente de Dios.

Los dones debemos procurarlos cada uno de nosotros porque son las herramientas que nos ayudaran a tener un ministerio eficaz, los que a su vez nos llevaran a vivir una vida en santidad.
Todo esto nos liberara de tener una miopía espiritual lo que las escrituras declaran diciendo: “guías ciegos guiando a otros ciegos.
COMISION ESCUELA DOMINICAL
2010