jueves, 1 de septiembre de 2011

LECCION DOMINGO 04 DE SEPTIEMBRE DEL 2011

“La oración y el ayuno”
Lección: Mateo 6: 5 – 18
Texto: Jeremías 33: 3
Domingo 04 de Septiembre 2011


Introducción
Los herederos del reino deben ser motivados por una verdadera justicia interior, la cual deben poseer y practicar.
Esta justicia los introduce a la comunión con Dios como Padre. Tal comunión y su consecuente justicia se anticipan a la cruz donde se hizo posible esta posesión.
La oración modelo, v. 9 – 13, estaba relacionada con el reino de los cielos que se había acercado, y estaba, hablando estrictamente, dirigida a los discípulos judíos de esta época que esperaban el establecimiento del reino.
Las peticiones, no obstante, son aplicables en toda época y como tales tienen relevancia para la iglesia hoy.


Desarrollo
Los herederos del reino y la oración
V. 5, 6. Algunas personas, especialmente los líderes religiosos, querían que los vieran como «santos», y la oración pública era una de las maneras que empleaban para lograrlo. Jesús vio más allá de sus actos de justicia propia y enseñó que la esencia de la oración no radica en lo que se dice (ni cómo ni dónde), sino en la comunicación con Dios. Es válido orar en público, pero orar solo donde vamos a ser vistos es una indicación de que nuestra audiencia verdadera no es Dios.

V. 7, 8. Algunas personas piensan que repetir las mismas palabras una y otra vez, como un encantamiento, hará que Dios les oiga. No es erróneo acercarnos a Dios con la misma petición; Jesús nos anima a que elevemos oraciones persistentes. Pero condena las repeticiones triviales que no se elevan con un corazón sincero. Nunca se ora demasiado si nuestras oraciones son sinceras.
Esta oración puede ser un modelo para nuestras oraciones. Debemos alabar a Dios, orar por su obra en el mundo, orar por nuestras necesidades cotidianas y orar solicitando su ayuda en nuestros conflictos diarios.

V. 9. La frase «Padre nuestro que estás en los cielos» indica que Dios no solo es majestuoso y santo, sino también personal y amoroso. El primer renglón de esta oración modelo es una declaración de alabanza y dedicación a honrar el nombre santo de Dios. Honramos el nombre de Dios al usarlo con respeto. Si usamos el nombre de Dios ligeramente, no tomamos en cuenta la santidad de Dios.

V. 10. La frase «Venga tu reino» es una referencia al reino espiritual de Dios, no a que Israel fuera liberada del yugo de Roma. El Reino de Dios fue anunciado en el pacto con Abraham (Lc 13.28), está presente en el reinado de Cristo en el corazón de cada creyente (Lc 17.21), y será completado cuando la maldad sea destruida y Él establezca nuevos cielos y tierra (Ap 21.1).
Cuando oramos «Hágase tu voluntad», no estamos abandonándonos a la suerte, sino que estamos orando que el propósito perfecto de Dios se cumpla en este mundo como en el más allá.

V. 11. Cuando oramos «El pan nuestro de cada día dánoslo hoy» reconocemos que Dios es nuestro sustentador y proveedor. Es bueno pensar que no dependemos de nosotros mismos. Confiamos en que Dios cada día ha de proporcionarnos lo que sabe que necesitamos.

V. 13. Jesús no está sugiriendo que Dios nos guía hacia la tentación. Simplemente está pidiendo que seamos librados de Satanás y sus engaños. Todos los cristianos enfrentamos tentaciones. Algunas veces es tan sutil que inclusive no sabemos qué nos está pasando. Dios nos ha prometido que no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar (1 Corintios 10.13). Pídale a Dios que le permita reconocer la tentación, que le dé fuerzas suficientes para enfrentarla y que pueda seguir la senda de Dios.

V. 14 - 15. Jesús nos pone en alerta en cuanto al perdón se refiere: si no queremos perdonar a los demás, tampoco Dios nos perdonará. ¿Por qué? Porque cuando no perdonamos a otros estamos negando lo que tenemos en común como pecadores necesitados del perdón de Dios. El perdón de Dios no es el resultado directo de nuestro acto perdonador hacia otros, sino que está basado en nuestro entendimiento del significado del perdón (Ef 4.32). Es fácil pedir a Dios su perdón, pero es difícil darlo a otros. Cuando pidamos a Dios que nos perdone, debemos preguntarnos: «¿He perdonado a las personas que me han herido o agraviado?»

V. 16 – 18. Ayunar, no tomar alimentos con el propósito de emplear el tiempo en oración, es noble y dificultoso. Nos da tiempo para orar, nos enseña autodisciplina, nos recuerda que podemos vivir con mucho menos y nos ayuda a apreciar los dones de Dios. Jesús no estaba condenando el ayuno sino la hipocresía de ayunar con el fin de ganar la aprobación de la gente. El ayuno era obligatorio para los judíos una vez al año, en el Día de la Expiación (Lv 23.32). Los fariseos ayunaban voluntariamente dos veces a la semana para impresionar a la gente con su «santidad». Jesús recomendó actos de auto sacrificio hechos en silencio y con sinceridad. Buscó personas que lo sirvieran con buenos motivos, no para satisfacer ansias de alabanza. El aceite de oliva se usaba como un cosmético similar a una loción. Jesús está diciendo: «Cuando ayunes haz todo lo demás de forma normal. No hagas del ayuno un espectáculo».


Conclusión
Deberíamos replantearnos cuáles son nuestras motivaciones, tanto en la oración como en el ayuno. Es sano para nuestra vida espiritual darnos cuenta con que motivación nos acercamos a Dios, ya que podríamos estar haciéndolo de un modo incorrecto que a Dios no le agrada. ¿Dentro de nuestras oraciones incluimos el perdón hacia otros?
¿Ayunamos para alcanzar mayor santidad o para ser vistos?
¡Él Señor nos advierte: “Por sus frutos los conocerán”!

COMISION 2011