martes, 16 de noviembre de 2010

LECCION DOMINGO 21 DE NOVIEMBRE DEL 2010


1 JUAN
La comunión entre el Padre y sus hijos



La herejía del gnosticismo había comenzado a abrirse paso por entre las iglesias en los días de Juan. Sus principales puntos de doctrina eran: (1) El conocimiento es superior a la virtud. (2) El sentido no literal de las escrituras es correcto y solo puede ser entendido por unos pocos selectos. (3) El mal que existe en el mundo nos impide creer que Dios es el único creador. (4) La encarnación es algo que no puede creerse, puesto que la deidad no puede unirse con algo material como el cuerpo. (5) No hay resurrección de la carne. El nivel ético de muchos gnósticos era bajo, así que Juan pone de relieve la realidad de la encarnación y el alto nivel ético de la vida terrenal de Cristo.


La carta muestra el notorio afecto de Juan por sus “hijitos” y su preocupación por el bienestar espiritual de ellos. La carta está llena de contraste: luz y tinieblas; amor al mundo y amor a Dios; hijos de Dios e hijos del Diablo; el espíritu de Dios y el espíritu del Anticristo; amor y odio.
La carta fue escrita alrededor del 85 – 90 d.C., aparentemente desde Éfeso donde, según Ireneo, vivió durante la última parte de su vida, y donde pareciera haber sido sobreveedor en las iglesias de la zona. Según afirmaciones de Ireneo fue motivada por la invasión de varios errores. Uno de esos errores seria cierto relajamiento moral y los nicolaitas, a quienes Ireneo relaciona vagamente con Nicolás. El otro era un error concerniente a la persona y obra de Cristo atribuido a Cerinto, que enseño una suerte de gnosticismo.



Los fundamento de la comunión
Lección: 1 Juan 1: 1 - 10
Texto: Juan 1: 5 y 14
Domingo 21 de Noviembre de 2010



Introducción:

El verbo significa ya existía, no que comenzó a existir desde el principio ya existía (eternamente) cuando comenzó la creación palparon. El mismo verbo griego se usa en una de las apariciones de Cristo después de su resurrección. Dios es luz, Dios es santo y puro. Juan usaba mucho este símbolo. Andar en luz es vivir en obediencia a los mandamientos de Dios. No podemos decir que no tenemos pecados, porque es un engaño y una trampa para la verdad. En la confesión esta la remisión y la purificación. No debemos olvidar que los creyentes también pecan, pero no somos santos pecadores, sino santos que a veces pecamos. Si negamos los pecados pasados y nuestras culpas presentes, nos engañamos a nosotros mismos, nos burlamos de Dios y no andamos en la verdad.



Desarrollo: La encarnación y la vida eterna.
v. 1, 2. El apóstol Juan exhibe su autoridad como testigo ocular el hecho central del evangelio, a saber, la encarnación de la eterna Palabra viviente (Jn. 1: 1- 14). Particularmente se refiere a las evidencias provistas por los sentidos para probar la real humanidad de Cristo, la Palabra viva, refutando así las afirmaciones de los gnósticos en el sentido de que Cristo no fue verdaderamente humano. El Verbo de vida, 1, es una referencia a Cristo como que el vino para traer vida eterna a los pecadores muertos en su pecado (Jn. 3: 16). Fue eternamente coexistente con el Padre, 2, y se manifestó a los hombres en la encarnación (Jn. 1: 1, 2).

La encarnación y la comunión.
v. 3, 4. La encarnación tuvo como propósito dar “vida”, lo cual constituye la base o requisito previo y necesario para establecer la comunión entre los pecadores regenerados y Dios Padre y Dios Hijo. La meta de Juan como asimismo la de los otros apóstoles al escribir, era la de que sus lectores cristianos pudieran tener comunión en la común anticipación de una experiencia con ellos compartiendo un intimo contacto y comunión con Dios, 3, lo cual traería aparejado el pleno gozo (cumplido) 4, ¡Ese es el gozo que trae la comunión con el Padre y el hijo!

Andar en luz.
v. 5 – 8. Este andar en comunión “en luz” (metáfora para la vida) depende de que el creyente tenga un ajustado concepto de Dios, es decir, que “Dios es luz” (Jn. 3: 20, 21), 5, El es la santidad absoluta sin rastro de maldad “ni siquiera un ápice de oscuridad. Lo que la luz es al mundo de la naturaleza, eso es Dios al mundo del espíritu. Otros requisitos para andar en comunión son los siguientes: Tener una vida separada del pecado, 6, tomar el poder purificador del sacrificio de Cristo para combatir los diarios pecados y las inmundicias, 7, y reconocer la presencia de la vieja naturaleza, 8, para evitar que el creyente se extravié, apagando la luz debido al propio engaño. El apóstol afirma que “si decimos que no tenemos pecado (naturaleza, principio o raíz), nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”.
Cada uno de los requerimientos citados más arriba esta revelado en el mensaje apostólico, 5ª. Esta palabra tiene que ser creída si hemos de obrar en consecuencia y, de esa manera, andar en “luz”.

Confesar nuestros pecados
v. 9 – 10. La confesión de nuestros pecados a Dios trae aparejado el perdón y la purificación. La confesión entraña nuestra franca admisión y pleno reconocimiento de nuestros pecados conocidos, 10, sabiendo que brotan de nuestra vieja naturaleza pecaminosa que aun nos acompaña (v. 8), y comprendiendo también que han destruido nuestra comunión con un Dios infinitamente santo. En toda verdadera confesión la admisión debe ir acompañada del arrepentimiento, de un volvernos de nuestros pecados al sacrificio de Cristo como medio de purificación de la inmundicia. En respuesta a tal confesión Dios nos promete quitar estos pecados, que forman una barrera a nuestra comunión, por medio de la sangre de Cristo (v. 7), puesto que él cargo con nuestros pecados en su obra redentora, pecados, pasados, presentes y futuros (Ro. 3: 4, 25 ,26).
La confesión personal entraña el reconocimiento de que hemos pecado de hecho. Si no admitimos esto hacemos a Dios mentiroso, porque la palabra establece claramente que el hombre ha pecado. La vida de victoria y de comunión es posible solamente cuando el pecado es admitido, confesado y abandonado.



Conclusión:


Podemos tener plena seguridad, de acuerdo a lo que la Palabra nos asegura, de que es real y verdadera la venida de Cristo a este mundo, porque fue constatado por los sentidos la real humanidad de Cristo, el cual es la Palabra viva, echando por tierra los argumentos contrarios de los gnósticos.
La causa porque el vino fue para traer vida eterna a todo pecador muerto en sus pecados. No podemos dejar de lado esta gran verdad de que Cristo fue coexistente con el Padre y que se manifestó a los humanos en su encarnación.