lunes, 8 de octubre de 2012

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 14 DE OCTUBRE DEL 2012

“Dos ciegos reciben la vista”
Lección: Mateo 20:29-34
Texto: Efesios 3:20
Domingo 14 de Octubre

Introducción:
Este milagro es el último que narra Mateo como realizado por Jesús en su camino a Jerusalén. La multitud aumentaba a medida que se acercaba a la ciudad donde haría su entrada profética como el Mesías. Las expectativas mesiánicas habían crecido, y aún aquellos dos ciegos sabían que Jesús era nombrado como Hijo de David, y como tal lo aclaman y acuden a Él en solicitud de sus favores.

Los ciegos piden sanidad Vv. 29—34.
Resulta interesante que la unión de estos dos hombres necesitados, sometidos a la misma prueba o enfermedad, se unan para orar a Dios por alivio, para que puedan estimularse y exhortarse unos a otros. Hay suficiente misericordia en Cristo para todos los que piden. Mateo abrevia el relato y no menciona sus nombres Los ciegos sabían algo de Jesús, y específicamente sabían que Jesús había sanado a muchos. Ellos oraban con fervor. Clamaban como hombres apremiados. Gritaron, pues era la única manera de llamar la atención del Señor y, aunque sabían que podía sanarles, se daban cuenta de su propia condición inferior y le ruegan misericordia. Muestran fe al orar por el título que dieron a Cristo. Seguro que fue por el Espíritu Santo que trataron de Señor a
Jesús. Perseveraron en oración. Cuando iban en busca de la misericordia no había tiempo para la timidez o la vacilación: clamaban con fervor.

A pesar de lo ingrato que resulta aquella súplica, y pesar que la gente los “reprendió” para que se callaran, ellos insistieron en ser atendidos por Jesús y triunfaron por su empeño. El señor se compadeció de ellos, les tocó sus ojos, recibieron la vista y le siguieron.


Conclusión:
Cuán importante y necesario es que con tal sentimiento de nuestras dolencias espirituales, especialmente de nuestra ceguera espiritual corriéramos tras el Maestro en busca de nuestra sanidad.
Qué lección de fe y constancia nos dan esos dos ciegos tratando de lograr los favores del Señor. Es necesario sobreponerse a los obstáculos, vencer las dificultades, el repudio y la crítica hasta lograr el encuentro personal con Cristo.