jueves, 20 de octubre de 2011

LECCIÓN DOMINGO 23 DE OCTUBRE DEL 2011

“Sanidades de Jesús”
Lección: Mateo 8: 1 - 17
Texto: Isaías 53: 4
Domingo 23 de Octubre 2011


Introducción
Señales milagrosas demostraron a Israel que el reino se avecinaba. Fueron sanados un leproso, 1 – 4; el esclavo del centurión, 5 – 13; la suegra de Pedro, 14 – 15, y muchos otros, 16 – 17. Mateo no presenta estos milagros en forma cronológica, sino que de forma temática, para realzar el carácter judío de su Evangelio.


Desarrollo
La manifestación del Rey
V. 1 – 3. La lepra, como lo es el SIDA hoy, era una enfermedad temida porque no había cura conocida. En el tiempo de Jesús, la palabra lepra denotaba varias enfermedades similares, y algunas de ellas eran contagiosas. Si una persona la contraía, el sacerdote lo declaraba leproso y lo alejaban de su hogar y ciudad. Lo enviaban a vivir en una comunidad con otros leprosos hasta que se recuperara o muriera. Cuando el leproso rogó a Jesús que lo sanara, Jesús se le acercó y lo tocó, aún cuando su piel estaba cubierta del temido mal.

Como la lepra, el pecado es una enfermedad incurable, y todos lo tenemos. Solo el toque sanador de Cristo puede milagrosamente poner a un lado nuestros pecados y restaurarnos para que podamos vivir en plenitud. Pero primero, al igual que el leproso, debemos reconocer que no podemos curarnos nosotros mismos y pedir a Cristo su ayuda salvadora.

V. 4. La Ley demandaba que al leproso sanado lo examinara el sacerdote (Lv. 14). Jesús quiso que aquel hombre de primera mano diera a conocer su historia al sacerdote, de manera que pudiera probar que su lepra había desaparecido totalmente y que por lo tanto podía volver a su comunidad.

V. 5 – 9. El centurión pudo haber dejado que muchos obstáculos se interpusieran entre él y Jesús, como el orgullo, la duda, el dinero, el idioma, la distancia, el tiempo, la autosuficiencia, el poder o la raza, pero no lo hizo. Si no permitió que esas barreras le impidieran acercarse a Jesús, nosotros tampoco debemos permitirlo. ¿Qué lo aleja a usted de Cristo?

Un centurión era un militar de carrera en el ejército romano que tenía unos cien soldados bajo su mando. Los judíos odiaban a los soldados romanos por su tiranía y desprecio. ¡Sin embargo la fe de aquel hombre maravilló a Jesús! La fe genuina de aquel odiado gentil avergonzó la piedad estancada de muchos judíos que eran líderes religiosos.

V. 10 Jesús dijo a la multitud que muchos judíos religiosos, que podrían formar parte del Reino, serían excluidos por haber perdido su fe. Estaban muy aferrados a sus tradiciones religiosas, al grado que no podían aceptar a Cristo y su nuevo mensaje. Debemos tener cuidado en no encerrarnos en nuestras costumbres religiosas al punto de esperar que Dios obre solo en ciertas formas. No limite a Dios con sus preconceptos y falta de fe.

V. 11 - 13. «El oriente y el occidente» representan los cuatro rincones de la tierra. Toda la gente fiel a Dios se reunirá en el banquete del Mesías (Is 6: 55). Los judíos debían haber sabido que cuando el Mesías llegara, los gentiles participarían también de sus bendiciones (Is 66:12 y 19). Pero este mensaje llegó como un golpe porque estaban demasiado absortos en sus propios asuntos y destino. Cuando apelemos a las promesas de Dios, no debemos apropiarnos de ellas tan personalmente que olvidemos ver lo que Dios quiere hacer para alcanzar a toda la gente que ama.

Mateo enfatiza que el mensaje de Jesús es para todos. Los profetas del Antiguo Testamento lo sabían (Is 5:.3, 6–8; 66:12, 19; Mal 1:11) pero muchos líderes judíos neo testamentarios optaron por ignorarlo. Cada persona tiene que elegir entre aceptar o rechazar las buenas nuevas, y nadie pasa a formar parte del Reino de Dios por herencia o conexión familiar. Pedro fue uno de los doce discípulos.

V. 14 – 16. La suegra de Pedro nos da un hermoso ejemplo. Su respuesta al toque de Jesús fue servirle de inmediato. ¿Ha recibido usted la ayuda de Dios en alguna situación peligrosa o dificultosa? Si es así, debiera preguntarse: «¿Cómo puedo expresar mi agradecimiento?» Siendo que Dios nos ha prometido las recompensas de su Reino, debiéramos buscar formas de servirle ahora.

V. 17. Mateo continúa mostrando la naturaleza soberana de Jesús. Por medio de un simple toque, sanó (8.3, 15); a una simple palabra suya, los demonios huyen de su presencia (8.16). Jesús tiene autoridad sobre los poderes satánicos y las enfermedades terrenales. También tiene poder y autoridad para dominar el pecado. Las enfermedades y la maldad son consecuencias de vivir en un mundo caído. Pero en el futuro, cuando Dios limpie la tierra del pecado, no habrá más enfermedad ni muerte. Los milagros de sanidad de Jesús fueron una demostración de lo que el mundo experimentará en el Reino de Dios.


Conclusión:
En los primeros versículos de esta lección se nos deja como enseñanza que debemos declarar nuestros pecados para ser liberados de la lepra espiritual. Y en segundo lugar tenemos como ejemplo, la experiencia de este centurión que no permitió que ningún tipo de barrera le impidiera llegar a Jesús ¡qué gran ejemplo para nosotros!

Y luego como broche de oro esta la sanidad de la suegra de Pedro, la cual respondió al toque del maestro, con servicio oportuno. Debemos anhelar que estas lecciones nos sirvan de ejemplo para mostrar una vida de entrega a Dios por sus muchas misericordias.

COMISION EEDD 2011