jueves, 4 de agosto de 2011

LECCION DOMINGO 07 DE AGOSTO DEL 2011

“Jesús y la ley mosaica”
Lección: Mateo 5: 17 – 26.
Texto: Lucas 16: 17.
Domingo 07 agosto 2011.

INTRODUCCION: Dios nos dio las leyes morales y ceremoniales para ayudarnos a amarle con todo el corazón. A través de la historia de Israel, sin embargo, estas leyes fueron citadas inexactamente y aplicadas erróneamente. En el tiempo de Jesús, los líderes religiosos habían convertido la Ley en una masa confusa de reglas. Cuando Jesús se refirió a una nueva forma de comprender la Ley de Dios, no estaba sino llevando a la gente a su propósito original. No habló contra la Ley en sí misma, sino contra los abusos y excesos a los que ella estaba sujeta.

DESARROLLO: Si Jesús no hubiera venido a abolir la Ley, ¿estarían todas las leyes del Antiguo
Testamento todavía en vigencia? En el Antiguo Testamento, había tres categorías de Ley: ceremonial, civil y moral.
1) La ley ceremonial estaba relacionada específicamente con la adoración de Israel (Lev 1:2, 3). Su propósito primario fue señalar a Cristo Jesús. Estas leyes, sin embargo, dejaron de ser necesarias después de la muerte y resurrección de Jesús. Si bien es cierto que ya no estamos atados por las leyes ceremoniales, los principios que los respaldan, adorar y amar al Dios santo, son todavía aplicables. Los fariseos con frecuencia acusaban a Jesús de violar las leyes ceremoniales.

(2) La ley civil era la Ley de Dios que tenía que ver con el vivir diario de Israel (Dt 24:10, 11). Por el hecho de que la cultura y la sociedad modernas son radicalmente diferentes, todas estas directivas no pueden seguirse al pie de la letra. Pero los principios que las sustentan no tienen fin y deben guiar nuestra conducta. Jesús los cumplió para dar el ejemplo.

(3) La ley moral (como los Diez Mandamientos) es mandato directo de Dios y requiere obediencia estricta (Éx. 20.13). Como revela la naturaleza y la voluntad de Dios, se aplica todavía hoy. Jesús obedeció la ley moral en su totalidad.
Algunos en el grupo eran expertos en decir a los demás lo que debían hacer, pero pasaban por alto lo más importante de las Leyes de Dios. Jesús clarificó que obedecer la Ley de Dios era más importante que explicarla. Es mucho más fácil estudiar la Ley de Dios y decir a otros que la obedezcan que ponerla en práctica. ¿Cómo le va a usted en su obediencia a Dios?.

Los fariseos eran exigentes y escrupulosos en el cumplimiento de la Ley. ¿Cómo puede Jesús, razonablemente, llamarnos a una mayor justicia que la de ellos? La debilidad de los fariseos radicaba en que se sentían satisfechos obedeciendo la Ley en lo exterior sin permitir que cambiara sus corazones (actitudes). Jesús dijo que la calidad de nuestra piedad tiene que ser superior a la de los fariseos. Podemos aparentar piedad y seguir lejos del Reino de Dios. Él juzga nuestros corazones y nuestras obras. Es en el corazón donde en verdad radica la sumisión. Cuidemos nuestras actitudes, que la gente no ve, y las acciones que todos ven.
Jesús decía a sus oyentes que necesitaban una piedad totalmente distinta (amor y obediencia), no una versión más intensa de la piedad de los fariseos. Nuestra bondad debe
(1) proceder de lo que Dios hace en nosotros, no de lo que podemos hacer nosotros mismos,
(2) estar centrada en Dios, no en nosotros,
(3) estar basada en la reverencia a Dios, no en la aprobación de la gente,
(4) e ir más allá del solo hecho de cumplir con la Ley amando los principios que la respaldan.

Cuando Jesús dijo: «Pero yo os digo» no estaba aboliendo la Ley ni agregando sus propias opiniones. Más bien estaba ofreciendo una explicación completa de por qué Dios hizo tal Ley. Por ejemplo, refiriéndose a que Moisés dijo: «No matarás», Jesús enseñó que «cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio». Los fariseos leían esta Ley y, como jamás habían matado, se sentían muy rectos. Sin embargo estaban tan enojados con Jesús que ya pronto estarían planeando matarlo, aunque no con sus propias manos. Perdemos la verdadera intención de la Palabra de Dios cuando leemos sus normas para la vida sin procurar comprender por qué las dio. ¿Cuándo guarda uno las normas de Dios pero pasa por alto su verdadera intención?

Asesinar es un pecado terrible pero la cólera es un gran pecado también porque viola el mandato de Dios de amar. La ira, en este caso, se refiere a la amargura creciente en contra de alguien. Es una emoción peligrosa que puede llevar a la pérdida de dominio propio, y puede conducir a la violencia, al daño emocional, a una tensión mental creciente y a otros resultados destructivos. La cólera impide que desarrollemos un espíritu agradable para Dios. ¿Alguna vez se ha sentido orgulloso de no haber cometido el error de decir decir lo que tenía en la mente? El dominio propio es bueno pero Cristo quiere que dominemos también nuestros pensamientos. Jesús dijo que seremos juzgados aún por nuestras actitudes.

CONCLUSION: El ser humano tiene la capacidad de poder aparentar para hacer creer que somos algo, pero en el reino de Dios esteremos lejos de sus propósitos “Él juzga nuestros corazones y nuestras obras”. Como es en corazón donde vive la verdadera sumisión. Debemos cuidar nuestras actitudes, lo que la gente no ve.
Ya sabemos que si nos enojamos con un hermano, somos culpables de juicio. Solo es letra muerta en nuestra vida, cuando leemos los principios de la Palabra de Dios si no los aplicamos como norma de nuestra conducta diaria.