lunes, 4 de abril de 2011

LECCION DOMINGO 10 DE ABRIL 2011


“La Iglesia que perdió el amor” Lección: Apocalipsis 2: 1 - 7 Texto: Jeremías 2:2 Domingo 10 de Abril del 2011

Introducción

Efeso, Ciudad del Asia Menor occidental. Fue un centro religioso pagano muy importante y también de gran desarrollo comercial de la antigüedad, tanto por su gran actividad portuaria, como también por su gran cantidad de habitantes. En Éfeso, (Turquía), el Apóstol Pablo, fundó una congregación, que sin duda, fue de gran importancia para la región, ya que esta ciudad era la capital de la provincia romana de Asia y por lo cual, se desprende que desde aquí fluyó el evangelio a las demás ciudades. Éfeso, es para muchos una de las ciudades más bellas que se alzaron en la antigüedad y desde sus orígenes siempre fue un centro de culto a la diosa Artemisa, llamada Diana por los romanos. A esto se sumaba la gran proliferación del estudio de la magia y encantamientos, haciendo de Éfeso un centro de ocultismo. (Hch.19:18-19). Sin duda, era una de las fortalezas de Satanás en la antigüedad, un gran trono de idolatría que afectaba grandemente a esta congregación, ya que luchaba por la sana doctrina y por la santidad, debilitando considerablemente su “amor”.

Desarrollo:

Saludo, elogio y censura. La carta está dirigida al “ángel” (mensajero) en Éfeso, y corresponde al pastor de la Iglesia. Nos dice que él está con su iglesia y nos recuerda la promesa de Dios con su pueblo en el libro de Levítico 26:12.

Como Él está con su Iglesia la conoce totalmente y puede decir con mucha propiedad… “Yo conozco tus obras” (Ap 2:2), conoce a la Iglesia, sus persecuciones, sufrimientos y alegrías. Los hermanos de Éfeso se habían fortalecido en la fe y en medio de sus pruebas por causa de Cristo no se habían desanimado. Estaban soportando la persecución y también resistiendo las falsas enseñanzas, siendo muy diligente en esta lucha en contra de los falsos apóstoles, pero esta había ocasionado un problema en la congregación de ese tiempo y fue “dejar su primer amor” (v. 4). La Iglesia felicitada por sus buenas obras, su paciencia y su intolerancia para con el mal, pero reprendida por apartarse del afecto que inicialmente sentía de todo corazón por el Señor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras. Jesús mismo nos indica cómo recuperarlo a) Recuerda tus primeros días en el Señor (detente y recuerda tu amor en el pasado, mira tú actual situación y hace la comparación); b) Arrepiéntete (cambia tu dirección, deja de hacer lo malo) y c) "Haz las primeras obras", su amor debía ser práctico (1 Juan 3:16-18). La cosa positiva es amarse cada uno como Cristo nos amó (Juan 13:34-35, Rom. 13:8, 1 Pedro 1:22, 1 Juan 3:11). “pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. La consecuencia será grave, porque una Iglesia que pierde su luz, es una Iglesia que está pronta a desaparecer. En la ciudad de Éfeso, en el día de hoy no existe ninguna Iglesia cristiana, siendo predominante en forma oficial la religión Musulmán con un 99% de adhesión, Dios libre a su Iglesia.

Conclusión

Encontramos nuevas palabras de elogios a esta Iglesia amada, “aborreces las obras de los nicolaítas”, pero, ¿quiénes eran este grupo?. Se considera que era un grupo de creyentes que habían acomododado su fe a fin de disfrutar de algunas de las prácticas pecaminosas de la sociedad en Éfeso, es decir, “Si somos salvos ¡hagamos lo que se nos ocurra!. De todas maneras, debe ser suficiente saber que Jesús los aborrecía y aborrecía sus prácticas. Eso ya de por sí nos indica que esos eran hijos de su padre el diablo. Lo importante de entender aquí es que Jesús les está diciendo a estos hermanos: “Vamos, anímate que tu sí puedes. Mira que una prueba de que puedes volver es que aun odias las cosas que yo odio. Mira que aunque tu primer amor se encuentra abandonado puedes volver a mí, pues aun aborreces al mundo, la carne y al diablo”. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a la iglesia Finaliza esta carta con la invitación a oír la palabra y guardar el mensaje, pero también con palabras de promesas al “vencedor”. El creyente que vence es el que reconoce su situación, se arrepiente de su falta de amor y encuentra de nuevo su primer amor. Las recompensas son parte de los propósitos de Dios para motivar a su pueblo, y en Apocalipsis vemos las recompensas para los vencedores y las recompensas para los cobardes: una, conduce a la vida eterna; la otra, a la muerte segunda.