miércoles, 24 de octubre de 2012

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 28 DE OCTUBRE DEL 2012

“Purificación del Templo”
Lección: Mateo 21:12-17
Texto: Salmo 8:2
Domingo 28 de Octubre de 2012


Introducción:
Al entrar en la ciudad, Jesús se dirigió no al palacio de Pilatos sino al Templo. La Casa del Padre. Allí había desorden y confusión, imagen de lo que ocurría en Israel. Por segunda vez Jesús limpió el Santuario (Juan 2:16) echando a fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo. Cambistas y vendedores estaban en el atrio exterior, donde negociaban para la realización de los sacrificios y ofrendas prescritas en la ley. Cristo encontró parte del atrio del templo convertido en mercado de ganado y de cosas que se usaban en los sacrificios, y parcialmente ocupados por los cambistas de dinero. Al proceder de esa manera, Jesús mostró ejercicio de la mansedumbre. Él no había perdido ni el auto control ni la santidad.


Desarrollo
Echa del templo a los que lo profanaban. Vv. 12—17.
No entró en el lugar santo. El templo (santuario) no era sitio donde la gente se congregara para adorar como lo hace la iglesia ahora. Solamente entraban en el lugar santo los sacerdotes; Jesús no entró porque no era sacerdote según el orden de Aarón, (era de la tribu de Judá). Tampoco entró Jesús en el lugar santísimo (solamente el sumo sacerdote entraba, y éste lo hacia solamente una vez por año). En el templo había varios atrios, pero la palabra templo (HIERON) incluía los atrios y cámaras, etc., todo lo que estaba encerrado dentro de la muralla del templo. En el atrio de los israelitas solamente entraban varones israelitas. Había también atrio de las mujeres, y el atrio de los gentiles. El atrio de los gentiles era el sitio ocupado por los vendedores. En este atrio entraba cualquiera. Por lo tanto, los gentiles estaban completamente despreciados por el negocio escandaloso de los judíos avaros. Mar. 11:16, Jesús “no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno; esto indica que esta parte del templo había llegado a ser una vía pública para cargar utensilios de aceite, vino, etc. ¿Qué esperanza había de que los gentiles creyentes (p. ej., Cornelio) pudieran adorar a Dios?


Conclusión:
Cristo encontró parte del atrio del templo convertido en mercado de ganado y de cosas que se usaban en los sacrificios, y parcialmente ocupados por los cambistas de dinero. Nuestro Señor los echó del lugar, como había hecho al iniciar su ministerio. Sus obras testificaban de Él más que los Hosannas, y las curaciones que hizo en el templo fueron cumplimiento de la promesa de que la gloria de la última casa sería más grande que la gloria de la primera. Si Cristo viniera ahora a muchas partes de su iglesia visible, ¡cuántos males secretos descubriría y limpiaría! ¡Cuántas cosas que se practican a diario bajo el manto de la religión, demostraría Él que son más adecuadas para una cueva de ladrones que, para una casa de oración!

jueves, 18 de octubre de 2012

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 21 DE OCTUBRE 2012

“La entrada triunfal a Jerusalén”
Lección: Mateo 21:1-11
Texto: Zacarías 9:9
Domingo 21 de Octubre de 2012

Introducción:
Esta entrada, tradicionalmente llamada triunfal, lo es, y no lo es según la perspectiva. Si se le ve según la aclamación del gentío que poco después pidió la crucifixión de Jesús. No hay triunfo, sino fracaso. Si se le ve según el fiel cumplimiento de la palabra profética, resulta ser el magnífico triunfo de la redención, y pertenece al proceso por el cual este triunfo se llevará a cabo. Esta entrada fue tan destacada que la refieren los cuatro evangelistas. Es notorio que Jesús no entra en Jerusalén para recibir el reino, sino para morir, y con esa muerte asegura su reino.

Cristo entra en Jerusalén Vv. 1—11.
Esta entrada fue descrita por el profeta Zacarías, Cap. 9. Cuando Cristo aparezca en su gloria, es en mansedumbre, no en majestad, en misericordia para obrar salvación. Como la mansedumbre y la pobreza externa fueron vistas plenamente en el Rey de Sion, y marcaron su entrada triunfal en Jerusalén.

Antes de entrar Jesús en Jerusalén, comisionó a dos discípulos para conseguir el animal que le serviría de vehículo. Les anunció las dificultades que podrían presentárseles, y los instruyó cómo tenían que lograrlo con éxito.

Al entrar Jesús, la numerosa multitud tendía mantos y ramas de árboles en el camino, entre los que habían ido a Jerusalén a celebrar la pascua, muchos estaban impresionados por sus enseñanzas y milagros. El gobierno romano era odiado, y algunos judíos patriotas (zelotes) tal vez hayan pensado que Jesús podría encabezar una revolución, de manera que lo aclamaban ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Las palmas eran símbolo de victoria y las ramas de oliva lo eran de paz. La palabra hebrea “hosanna” quiere decir ¡Salva ahora! O ¡Salva te rogamos! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! La vulnerabilidad de sentimientos y pensamientos queda demostrada en este emblemático pasaje bíblico, pues en la entrada de Jesús a Jerusalén, toda la ciudad se conmovió; quizá algunos fueron movidos por el gozo, los que esperaban el Consuelo de Israel; otros, de los fariseos, fueron movidos por la envidia. Así de variadas son las motivaciones de la mente de los hombres en cuanto a la cercanía del reino de Cristo.


Conclusión:
Queda de manifiesto, ¡cuán escaso valor es el aplauso de la gente! La multitud inestable se une al clamor del día, sea ¡Hosanna! o ¡crucifícalo! A menudo, las multitudes parecen aprobar el evangelio, pero pocos llegan a ser discípulos coherentes.


COMISION EEDD
2012

lunes, 8 de octubre de 2012

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 14 DE OCTUBRE DEL 2012

“Dos ciegos reciben la vista”
Lección: Mateo 20:29-34
Texto: Efesios 3:20
Domingo 14 de Octubre

Introducción:
Este milagro es el último que narra Mateo como realizado por Jesús en su camino a Jerusalén. La multitud aumentaba a medida que se acercaba a la ciudad donde haría su entrada profética como el Mesías. Las expectativas mesiánicas habían crecido, y aún aquellos dos ciegos sabían que Jesús era nombrado como Hijo de David, y como tal lo aclaman y acuden a Él en solicitud de sus favores.

Los ciegos piden sanidad Vv. 29—34.
Resulta interesante que la unión de estos dos hombres necesitados, sometidos a la misma prueba o enfermedad, se unan para orar a Dios por alivio, para que puedan estimularse y exhortarse unos a otros. Hay suficiente misericordia en Cristo para todos los que piden. Mateo abrevia el relato y no menciona sus nombres Los ciegos sabían algo de Jesús, y específicamente sabían que Jesús había sanado a muchos. Ellos oraban con fervor. Clamaban como hombres apremiados. Gritaron, pues era la única manera de llamar la atención del Señor y, aunque sabían que podía sanarles, se daban cuenta de su propia condición inferior y le ruegan misericordia. Muestran fe al orar por el título que dieron a Cristo. Seguro que fue por el Espíritu Santo que trataron de Señor a
Jesús. Perseveraron en oración. Cuando iban en busca de la misericordia no había tiempo para la timidez o la vacilación: clamaban con fervor.

A pesar de lo ingrato que resulta aquella súplica, y pesar que la gente los “reprendió” para que se callaran, ellos insistieron en ser atendidos por Jesús y triunfaron por su empeño. El señor se compadeció de ellos, les tocó sus ojos, recibieron la vista y le siguieron.


Conclusión:
Cuán importante y necesario es que con tal sentimiento de nuestras dolencias espirituales, especialmente de nuestra ceguera espiritual corriéramos tras el Maestro en busca de nuestra sanidad.
Qué lección de fe y constancia nos dan esos dos ciegos tratando de lograr los favores del Señor. Es necesario sobreponerse a los obstáculos, vencer las dificultades, el repudio y la crítica hasta lograr el encuentro personal con Cristo.

jueves, 4 de octubre de 2012

ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 07 DE OCTUBRE DEL 2012

“El honor a través de la Cruz”
Lección: Mateo 20:17-28
Texto: Lucas 22:25-26
Domingo 07 de Octubre de 2012

Introducción:
Jesús habla de su sufrimiento y muerte, pero sus discípulos siguen pensando en ser grandes en un reino terrenal. Querían honor, poder, felicidad y todo esto lo obtuvieron, pero no como ellos pensaban. Jesús ofrece estas cosas no a través del poderío humano, sino a través del sufrimiento y servicio. Serían grandes, pero yendo por el camino de la cruz.

Jesús vuelve a anunciar sus sufrimientos. Vv. 17-19
Esta porción bíblica, esclarece con mayores detalles los padecimientos de Cristo. Esta vez se hace mención a lo concerniente a su resurrección y su gloria, como secuencia a su muerte y sus sufrimientos. Todo aquello con intención de dar ánimo a sus Discípulos, y consolarlos. El hecho de que los corazones de quienes ponen atención a los acontecimientos en torno a nuestro Redentor una vez crucificado y ahora glorificado con fe, es fundamental para humillar la disposición orgullosa del ser humano, que tiende a ser justificada a sí misma. El apreciar y considerar como propicia la necesidad de la humillación y sufrimientos del Hijo de Dios, para la salvación de los pecadores perecederos, viene hacernos entender el precio de la liberalidad y de las riquezas de la gracia divina en nuestra salvación.

La ambición de Santiago y Juan. Vv. 20-28.
Esta petición causó impacto negativo en el ánimo de los otros Apóstoles, quienes con su enojo mostraron celos contra los hijos de Zebedeo. Algunos no pueden tener consuelo; los transforman para un mal propósito. La desproporción de los deseos, aunque sean celestiales nos pueden perjudicar en nuestro orgullo personal; es una ambición pecaminosa de superar a los demás con cierto aire de grandeza. Cristo les lleva a dar una mirada a sus sufrimientos. Luego de señalarles el presuntuoso señorío les hace ver que la verdadera grandeza está en el espíritu de humildad y de servicio. Copa amarga es la que se debe beber; de temor, pero no la copa del impío.

Con frecuencia se observa que los menos familiarizados con la cruz son los más interesados en privilegios celestiales. Nada hace más mal entre los hermanos que el deseo de grandeza. El hombre que con más diligencia labora, y con más paciencia sufre, buscando hacer el bien a sus hermanos, y fomentar la salvación de las almas, más evoca a Cristo, y recibirá más honra de Él para toda la eternidad.

Conclusión:
Que la solemne aclaración de Jesús, sirva para contrarrestar en nosotros el “yo” que quiere ser servido antes que un servidor; que sirva para resistir el orgullo y ambición que se anidan a veces entre Su pueblo.